TRAS LA VERDAD: DENIGRANTE EL GOBIERNO DE TEQUISQUIAPAN

*Por Héctor Parra Rodríguez

Este jueves el Presidente Municipal de Tequisquiapan, Raúl Orihuela González, montó un espectáculo circense para entregar material de construcción a familias tequisquiapenses, lo que se aleja de todo principio de gobernanza, para convertir en “payasos” a los servidores públicos. 

Lo malo está en hacer uso de los recursos públicos, desde el montaje del escenario con el tapanco y demás implementos necesarios para que las personas se acerquen al “espectáculo”. Incluso pone a bailar a su hijo moviendo las caderas a las mujeres que suben al tapanco para ser acreedoras a bultos de cemento. Otros servidores públicos hacen la comparsa.

 

Raúl Orihuela González, que ha pasado por varios partidos políticos, nuevamente gobierna Tequisquiapan, gracias a la alianza electoral entre el Verde Ecologista y Nueva Alianza. Ya fue presidente municipal de 2009 a 2012 y en el 2013 estuvo involucrado en hechos violentos, fue baleado. Pero hábilmente ha utilizado el dinero público para congraciarse con la gente, es un atractivo electoral: se vende en tiempos electorales. Lamentablemente el año pasado falleció uno de sus hijos a consecuencia de un lamentable accidente automovilístico. 

La última ocasión que paseaba por ese bello Municipio, preguntaba a varios tequisquiapenses el por qué nuevamente habían electo a Raúl Orihuela. Las respuestas fueron coincidentes: “Es buena persona y ayuda a la gente con dinero”. Así de simple. Es simpático y alegre, agregaban. Venido del Estado de Hidalgo. Ganó con una votación superior a los 12 mil votos, que significó el 37% de los votos, seguido con el 26.9% de la vergonzante alianza del PRI y el PT; el PAN cayó al 16.55%. Así llegó por segunda ocasión a la presidencia municipal. 

Podría pensarse que los actos del presidente municipal no incurren en delito alguno y tienen razón; sin embargo, administrativamente sí se incurre en responsabilidad, basta ver la manera en que “regala” el material de construcción en actos de gobierno que eminentemente convierte en acciones que no son propias de la responsabilidad gubernamental. No deben olvidar que la autoridad solo puede hacer aquello que le faculta la ley, caso contrario los particulares, que pueden hacer todo lo que la ley no les prohíba. 

Pero eso qué importa. Seguramente estará pensando en la próxima reelección, haciendo uso de los recursos públicos para seguir agradando a la población de Tequisquiapan, obsequiando en actos denigrantes de gobierno bienes adquiridos con dinero de la hacienda municipal, previo un pequeño baile de movimientos de cadera, sentando a la beneficiaria en una silla para que, el hijo del presidente, se siente en sus piernas y el público asistente disfrute del espectáculo circense. 

Y no es cosa de espantarse si se tratara de cualquier otro evento de diversión. Claro que no. Pero en el caso del tema que comentamos, se trata de actos de gobierno en la entrega de bienes a ciertos beneficiarios, actos que se deben dar en otro contexto muy diferente. Estas acciones de diversión y no de gobierno, los legisladores deben cuidarlas con lupa ahora que empieza la era de la anticorrupción, así como la Entidad Superior de Fiscalización. O de plano, si lo van a permitir, que lo plasmen en las normas jurídicas como actos de gobernanza debidamente legalizados.

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