Hace 50 años un grupo de amigos de California, Estados Unidos, tuvo la idea de usar estas tres cifras para hablar de cannabis sin ser estigmatizados. En medio siglo, “420″ se convirtió en un símbolo de la cultura cannábica y la lucha por la regulación. Y el 20 de abril, el día en que todos hablan de la planta.
Hay mucha mitología alrededor de esta sigla. Que era el código en que los policías de California se avisaban de que tenían entre manos un delito por consumo de marihuana (”Marijuana smoking progress”), que las 4.20 es la hora del té en Holanda, que son 420 los componentes químicos de la planta cannabis sativa. Pero Steve Capper, Dave Reddix, Jeffrey Noel, Larry Schwartz y Mark Gravich, un cuarteto que en la adolescencia se hacían llamar los Waldos, son los únicos que pueden mostrar pruebas físicas de que algo tuvieron que ver con el tema en cuestión.
De acuerdo con la historia que han contado durante los últimos 20 años, todo comenzó un día de otoño de 1971, época de de cosecha, cuando a los Waldos, alumnos secundarios del San Rafael High School, llegó un dato: un integrante de la Guardia Costera de la península de Point Reyes ya no podía cuidar su campito con cultivo (ilegal) de plantas de marihuana.
El propio agente de la Guardia Costera había hecho un mapa para que pudieran llegar y de alguna manera eso llegó a los Waldos, quienes tomaron la decisión de ir en busca del tesoro, una historia de similitudes a la que se cuenta en el libro “Marihuana, la historia”, que relata cómo los hippies porteños iban a buscar a fines de los ‘70 plantas de cannabis al cultivo industrial de la empresa textil Linera Bonaerense, en las afueras de la ciudad de Luján.
Entonces los Waldos quedaron en encontrarse a las 4.20 de la tarde en el monumento a Louis Pasteur de la escuela, ya que a esa hora todos podían llegar a tiempo después de las materias extracurriculares que cada uno cursaba.
Las primeras salidas a buscar el cultivo fueron un fracaso, pero el grupo no desistió en la idea de conseguir esa marihuana gratis. “Nos reuniríamos a las 4.20 y subiríamos a mi viejo Chevy Impala 66 y, por supuesto, fumaríamos al instante y fumaríamos hasta Point Reyes y fumamos todo el tiempo que estuvimos ahí fuera. Lo hicimos semana tras semana“, dijo Steve al Huffington Post.
El código entre ellos empezó a ser “Louis 4.20″ hasta que simplemente sobrevivió el número. El tesoro jamás lo encontraron pero la costumbre quedó y los chicos empezaron a encontrarse para fumar en un muro fuera de la escuela (”wall”, en inglés, por eso “Waldos”). Para ellos, decirse “420″ era una manera de hablar de marihuana sin que pudieran entenderlo ni sus maestros ni sus madres ni otros compañeros que no compartían el hábito de la dulce planta.
El código se hizo global y actualmente es una forma de “darle” conversación a la cuestión relacionada con la regulación del cannabis. Todo por un dato que llegó a cuatro adolescentes hace medio siglo sobre un cultivo que nunca encontraron. Pero en 2016, después de investigar durante dos años, los Waldos conocieron finalmente al dueño de aquellos cultivos, Gary Newman (que ya tenía 68 años).
El hombre les contó que mientras estaba destinado en Point Reyes, cuidaba el faro de la zona y plantó la increíblemente célebre maceta en un terreno federal muy cerca a su lugar de trabajo. Mantuvo el cultivo durante varios años pero efectivamente en el otoño de 1971, el agente se puso paranoico por miedo a ser atrapado. Entonces, dibujó en una hoja el mapa del tesoro y se lo dio a sus cuñados, Bill y Pat McNulty. Fue Bill el que le compartió el mapa a Steve Capper. Newman estuvo 45 años sin saber que su plantita fue la inspiración para un código mundial, que usan la comunidad cannábica desde Canadá hasta Tierra del Fuego.