EDUCACIÓN EN LA LUPA: LA CARRERA POR LA RECTORÍA Y LA HUELGA EN LA UNIVERSIDAD

Por Alberto Junco

 

Tal y como se los comenté, apreciados lectores, en la UAQ la carrera por la próxima administración universitaria ya empezó. Ahora todo lo que ocurre o deja de ocurrir, lo que se dice o deja de decirse, se convierten en pistas para tratar de entender hacia dónde van las cosas y como se van alineando los diversos grupos que lucharán por la Rectoría en 2018. Los grupos universitario intensifican su presencia y empiezan a expresarse, de una u otra manera, respecto a todo el acontecer universitario.

Desde luego el tema actual y obligado, es la huelga iniciada por los trabajadores administrativos de la Universidad, exigiendo el respeto a su contrato colectivo y en defensa de la bilateralidad en las negociaciones. Para algunos es un movimiento más que pronto se resolverá para que las cosas sigan como siempre; para otros es empezar a tirar la cuerda para debilitar a los rivales y fortalecer sus posturas entre la comunidad universitaria.

La Rectoría a través de su representante legal, el abogado Óscar Guerra, sostiene la exigencia de modificar diversas cláusulas del contrato del sindicato en rubros verdaderamente sensibles y que, de lograrlo, cambiarían totalmente las relaciones de trabajo, pues las principales decisiones de contratación, promoción y actividades relativas a las condiciones de trabajo, quedarían en manos de la autoridad universitaria, convirtiendo al sindicato en mero espectador o en comparsa de lo que la autoridad universitaria decidiera. Habrá que seguir con mucha atención el desenlace, pues están en juego cuestiones muy importantes para toda la Universidad y no solamente para los que actualmente están enfrascados en la problemática sindical.

Un aspecto que la Rectoría exige es el de decidir libremente la contratación del personal administrativo. La negativa sindical se entiende porque es una parte que le da razón de ser, para la Universidad significaría tomar decisiones sin tener que entrar a las negociaciones con el sindicato. La pregunta que me surge es: ¿Qué tan bueno sería que solamente las autoridades definan a quienes contratan y a quienes no?. A juzgar por los resultados de la actual administración, habría que llamar la atención sobre lo siguiente.

De acuerdo con los datos que la misma Universidad presenta, entre 2012 y 2015, la Universidad, a pesar de la crisis financiera que dice vivir, ha visto incrementado el número de trabajadores de forma importante. En pláticas de pasillo, algunas personas que se están empezando a acomodar rumbo a la carrera por la Rectoría, me dicen que la plantilla de administrativos ha crecido sin razón, que cuando un trabajador, sea maestro o empelado administrativo, se jubila o lo despiden, se contratan de tres o cuatro para cubrir esas funciones, lo que ha hecho que la nómina universitaria se incremente sustancialmente y provoque los problemas económicos que se tienen actualmente.

Con estas decisiones, me dicen, no hay aumento al presupuesto que alcance, y puede que tengan razón, ya que, como el sentido común lo indica, lo que se necesita es alguien que sepa administrar y mantener los equilibrios entre el presupuesto y los recursos humanos.

En este problema de la huelga, las autoridades han dicho que las peticiones del sindicato de trabajadores son desmedidas que ponen en riesgo las finanzas universitarias. Este argumento no es muy sostenible que digamos, porque el pago de nómina destinado a los trabajadores administrativos no representa gran cosa. La parte fuerte viene en lo que se le paga a los profesores y a todo el personal de confianza y autoridades universitarias. Los que saben de estas cosas dentro de la UAQ afirman que si de verdad se quiere mejorar la situación financiera de la UAQ, tendrían que reducir el número de personal de confianza que se ha incrementado mucho en esta administración y bajarle al número de autoridades que también se han incrementado sustancialmente y que tan solo el sueldo de uno de ellos llega a representar el de cinco o seis trabajadores administrativos.

Así las cosas en estos días iniciales de huelga, las cosas en lugar de acercarse hacia una solución, parece que se alejan, no se observa disposición a negociar por parte de las autoridades, al contrario, cuando escuchamos las posturas oficiales, en momentos da la impresión de que más bien quieren que esto se alargue y que, en todo caso, la solución no venga de la UAQ, sino que el Gobierno del estado sea quien destrabe la situación otorgando los recursos para cubrir las demandas de los sindicalizados y, si se puede, obtener mayores prebendas para el desarrollo de sus propios proyectos y tapar algunos huecos que la administración ha ido abriendo con las acciones realizadas.

Lo deseable es que el movimiento de huelga llegue a un pronto arreglo, donde todos salgan beneficiados y se permita que la Universidad regrese a sus actividades normales, y, según yo, la iniciativa, el primer paso real y efectivo, debe venir de la autoridad. Así que, señores, a demostrar capacidad de diálogo, negociación y voluntad para que se alcancen los acuerdos necesarios y satisfactorios para toda la Universidad.

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