EDUCACIÓN EN LA LUPA: EL POPULISMO ACADÉMICO

Alberto Junco

 

Las formas de hacer política en México son variadas e invaden todos los espacios del quehacer público. Algunas son muy duras y autoritarias, otras son suaves, pero igual de peligrosas. Mario Vargas Llosa, el Premio Nobel de literatura, llegó a decir que en México se practicaba la dictadura perfecta. Lo lamentable es que estas prácticas no distinguen ni tipo de población ni tipo de organización, lo mismo se encuentran en dependencias públicas que privadas, en instituciones educativas o en instituciones mercantiles, afectando por igual a las personas de todas las edades.

Una de las formas que más se difunden y encuentra aceptación entre el público es el populismo, me refiero a la política que adoptan algunos líderes y que consiste en tratar de engañar a las amplias mayorías con el simple discurso de ofrecer sin cumplir, de aprovechar la buena fe de la gente para depositar la confianza en un líder carismático, aparentemente humilde, buena gente, honesto, de raíces modestas, no importa que sea todo lo contrario; para confundir, asume un discurso de oposición, de izquierda preferentemente y levanta las banderas reivindicativas de las grandes mayorías, le dice a la gente lo que la gente quiere oír, al fin que no piensa cumplir. También puede cambiar radicalmente y mostrarse como el peor enemigo de las grandes conquistas sociales. No importa, mientras su discurso siga influyendo, el líder cambia cada vez que deba cambiar, izquierda o derecha, de un color o de otro.

Ese líder, cuando logra su objetivo de ganar algún puesto de poder en alguna institución, mantiene el discurso y recuerda que la base de su éxito es ofrecer y no cumplir sus promesas, pero eso sí, tratará de mantener el control a toda costa y para eso diseñará los programas más ambiciosos posibles y dirá que se está haciendo todo lo imaginable, elaborará frases de impacto mediático que solamente buscan seguir engañando porque carecen de contenido, ostentará la bandera de la austeridad, mientras incrementan sus cuentas bancarias y la de sus gentes cercanas.

Una vez que ha llegado al poder, integra un grupo de incondicionales a los que les paga con los recursos públicos y los utiliza a su conveniencia, poco a poco los convierte en un grupo de golpeadores que utilizarán las redes sociales, los medios de comunicación a su alcance y la amenaza y la agresión directa para acabar con cualquier oposición, sin importarle si las cosas marchan bien. Mientras tanto se dedica a gastarse los recursos y a propalar que está cumpliendo todos y cada uno de los compromisos establecidos. Este tipo de líder compra consciencias, pero eso sí, al costo más barato posible.

Este líder no hace política, se encarga de hacer el bien. Será bondadoso con quien él decida que debe ser bondadoso, será inflexible y cruel con quien él considere que debe ser tratado de esa manera, lo importante es mantener el poder a toda costa, no importa que para ello tenga que eliminar gente, marginarla, humillarla y agredirla; no importa que el barco se hunda y lo deje en las peores condiciones para cuando se tenga que ir, al fin que ya vendrán otros y tendrán la responsabilidad de salvarlo.

Durante un tiempo, aprovechará su popularidad y credibilidad para tratar de eternizar su poder, sus palabras serán ley, no sujetas a cuestionamiento, sus actos de magia convencen a la opinión pública, todos creen que están viviendo en el mejor de los mundos posibles, porque este líder está acabando con todos los males humanos y mejorando todo lo que nos rodea, la confianza y su poder crecen entre sus representados. En momentos culminantes llegan a calificarlo como el mejor político o administrador que ha existido. Los opositores serán reducidos a la nada y condenados al descrédito, serán etiquetados como los malos, los que hicieron que la corrupción creciera sin límites, pero, para fortuna de sus súbditos, el líder será omnipresente.

Sin embargo, como en todo proceso humano, las cosas empiezan a caer por su propio peso, poco a poco se desgasta el discurso, poco a poco la gente se va dando cuenta de las mentiras contadas de manera fabulosa y poco a poco se dan cuenta de que esa forma de hacer política solamente sirvió para beneficiar a algunos y destruir a las grandes mayorías; es el tiempo en el que empiezan a surgir nuevos liderazgos que confrontarán ese poder creado con el recurso público.

Los grandes cambios anunciados nunca llegaran, todo queda a medio hacer y se culpa a los malos de haber obstaculizado siempre sus buenas obras y, para enfrentar a los malos, se convoca a la población a expresar su repudio y apoyar al líder que acabará con los males de la humanidad.

Para entonces, el líder ya estará ensayando y buscando nuevos espacios políticos, la institución en la que participó ya le parece poco, él tiene que seguir creciendo como líder para seguir haciendo el bien; la población volverá a depositar su confianza y apoyo, él tendrá que inventar nuevas mentiras y discursos que sean aceptables para las mayorías y, entonces, cuando llegue el día, obtener el consenso popular y seguir gobernando con base en el populismo.

Cuando este tipo de líder y su forma populista de hacer política, entra en las instituciones educativas con autonomía, el líder, buscará, rodeado de sus incondicionales, convertirse en un dictador científico.

Si usted está pensando en la Universidad Autónoma de Querétaro y en su actual Rector, Gilberto Herrera, debo decirle que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

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