EDUCACIÓN EN LA LUPA: NUEVO CICLO ESCOLAR Y EN LA UAQ YA AFILAN SUS ARMAS POR LA RECTORÍA

Por Alberto Junco

 

El lunes 25 de julio iniciaron formalmente las actividades académicas en la Universidad Autónoma de Querétaro. Alrededor de 26,000 estudiantes (menos que hace algunos años), de todos los niveles que ofrece la UAQ, arribarán a las aulas y volverán a darle vida a todos los espacios de los distintos campus universitarios.

Aparentemente será un semestre sin grandes movimientos políticos, pero sólo en apariencia, porque ya las fuerzas vivas de la Universidad afilan sus armas para intensificar la batalla por la Rectoría. Déjeme, paciente lector, le platico algo de lo que me comentaron en los pasillos universitarios en estos últimos días.

Resulta que en el mes de septiembre se elige al nuevo Comité Ejecutivo de los académicos; donde el pleito está entre los balderistas que buscan la reelección y que para ello cuentan –eso dicen y se rumora en los pasillos– con el apoyo total de los funcionarios de la Rectoría; este grupo enfrenta una fuerte oposición en profesores de todas las facultades y de la Preparatoria, quienes se sienten lastimados en sus derechos laborales y académicos y argumentan que el sindicato ha adoptado invariablemente una postura patronal, lo que ha provocado un elevado número de demandas de docentes ante la Junta de Conciliación, seguramente saldrán chispas de esta discusión y no hay que perderle la pista.

Un segundo tema presente en las pláticas informales de los profesores es la inminente elección de consejeros universitarios. Por Ley Orgánica, un consejero universitario debe cubrir un periodo de un año, con opción a una reelección. En este mes de agosto, una vez que el Rector mande la convocatoria correspondiente, los docentes electos por primera ocasión buscarán hacer un buen trabajo y quedarse un año más, si lo logran, formarán parte del grupo de consejeros que participarán directamente en la elección de Rector, formarán parte de las comisiones y votarán por el Rector para el periodo 2018-2021, es un plato apetecible para quienes desean hacer carrera universitaria. Desde luego cada uno de los aspirantes a Rector, o Rectora, buscarán colocar al mayor número de consejeros afines para posicionarse firmemente, también será interesante seguir el proceso.

Pero algo más importante que estas luchas políticas por ir ganando posiciones dentro de la comunidad universitaria, entre los universitarios hay una cuestión que al decir de profesores y estudiantes cada día cobra mayor relevancia, y se refieren a la discusión sobre el tipo de Universidad que se requiere para hacer frente a los graves problemas financieros, administrativos, laborales y políticos, que está dejando la Rectoría de Gilberto Herrera; Rectoría que al decir de muchos, llegó con una aureola académica y termina con una imagen de político impositivo; llegó con múltiples promesas que después no cumplió y cuya administración se ha caracterizado por el terror laboral, la presión académica y el control de estudiantes a través del otorgamiento direccionado de becas. Es, en síntesis, me dicen, una administración que va a dejarle serios problemas a su sucesor.

Platicando con una compañera universitaria, me comentó que en estas cosas de las elecciones de Rector, se debería impedir que los candidatos llegaran con todo tipo de promesas sabiendo que no las van a cumplir. Me dice que la comunidad universitaria merece una administración honesta, que sin mentiras y de manera franca informe a la gente de la situación real de la Universidad, porque hoy se vive una Universidad para los grupos fieles a la administración y otra muy distinta para quienes se atreven a discrepar de sus acciones.

Con esta idea le pregunté a un estudiante de los últimos semestres de su carrera, sobre su idea de lo que debe hacer un Rector, su respuesta fue directa y contundente: que no nos vengan a vender las perlas de la virgen durante la campañas  y después se olviden de cumplirlas, que no nos digan que son capaces de cambiar al mundo cuando ni siquiera tienen la capacidad de cambiar ellos mismos.

Tales comentarios los compartí en un círculo de amistades, y uno de los compañeros señaló que se requiere una persona honesta, que sin mentiras, sin engaños y sin recurrir al fácil argumento de culpar a los demás de los problemas (e hizo una remembranza del conflicto con Pancho Domínguez), se dedique a gobernar a la Universidad, asegurando la participación democrática, sin amenazas ni chantajes, de todos los universitarios. Y en tono esperanzador nos dijo: y espero que esto no vuelva a ocurrir en la UAQ.

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